Estudios de Lingüística Aplicada

IDENTIFICABILIDAD Y RUTAS DE IDENTIFICABILIDAD
EN UN RELATO TRADICIONAL DE LA COSTA ORIENTAL
DE MÉXICO
1

Minerva Oropeza Escobar

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores
en Antropología Social, Sede Golfo


Resumen

Con base en la teoría del flujo de información (Chafe, 1985, 1993), Du Bois y Thompson (1991) proponen cinco dimensiones: identificabilidad, ruta de identificabilidad, estado de activación, generalizabilidad y referencialidad discursiva, a partir de un corpus conversacional en inglés. Dichas dimensiones, señalan los autores, son relevantes para alcanzar un mejor conocimiento de un conjunto de fenómenos gramaticales, especialmente los que guardan relación con las frases nominales. El propósito de este trabajo es aplicar las dos primeras dimensiones –identificabilidad y ruta de identificabilidad– a una narración oral registrada en español en el oriente de México. Con ello, pretendo ampliar el corpus en el que originalmente se basa la propuesta, para verificar la aplicabilidad y pertinencia de dichas dimensiones en un discurso cualitativamente distinto en dos sentidos: primero, porque se trata de narrativa oral tradicional y, segundo, porque fue narrada en una lengua diferente, el español.


Palabras clave: flujo de información, identificabilidad, ruta de identificabilidad, narrativa tradicional, español


Abstract

Du Bois and Thompson (1991) have contributed to the study of the information flow (Chafe, 1985, 1993), by identifying five dimensions which have proved to be particularly useful in the understanding of a range of grammatical phenomena, especially those concerning noun phrases: identifiability, identifiability pathway, activation state, generalizability and discourse referentiality. My concern here is to discuss the aplicability and relevance of the concepts and specificities of identifiability and identifiability pathway to a traditional oral narrative recorded in Spanish in a Mexican village. Since Du Bois and Thompson’s study relies on English conversational data, the aim here is to broaden the scope of the original proposal in order to confirm the applicability and relevance of those dimensions in a discourse that is qualitative distinctive in two aspects: first, because it is a traditional oral narrative; second, because it was narrated in a different language, Spanish.


Keywords: information flow, identifiability, identifiability pathway, traditional oral narrative, Spanish

Fecha de recepción del artículo: 9 de diciembre de 2013

Fecha de recepción de la versión revisada: 26 de noviembre de 2014

Fecha de aceptación: 9 de diciembre de 2014

La correspondencia relacionada con este artículo debe dirigirse a:

Minerva Oropeza Escobar

Lic. Octavio Blancas 27

Fracc. Lucas Martín

Xalapa, Veracruz, 91100

esmioro@yahoo.com.mx

Antecedentes

 

Diversos estudios se han realizado en el marco conceptual del flujo de información, entre ellos los de Chafe (1985, 1994), quien propone dicho término para integrar diversas categorías y fenómenos gramaticales, entre ellos identificabilidad, costo de activación y topicalidad en el discurso. Asimismo, varias lenguas y géneros discursivos han sido analizados desde esta perspectiva; entre ellos podemos mencionar los de Carsten (2008), que compara la categoría de identificabilidad en expresiones léxicogramaticales del inglés y el alemán; De Groot (2009) sobre identificabilidad y marcadores verbales inter-referenciales en los verbos transitivos del húngaro, los cuales representan la apreciación, por parte del hablante, de que el referente del argumento que funciona como objeto es identificable para el oyente.

Por otra parte, el trabajo de Broderick (1995) se centra en los estados de activación (información dada, accesible y nueva) y emprende un análisis comparativo entre la perspectiva teórica de Chafe, por un lado, y la de Brazil, Coulthard y Johns –la cual se considera representativa de la escuela de análisis del discurso de Birmingham–, por otro. En el caso del español, García, Nothstein y Valente (2007) recurren al flujo de información para dar cuenta de un conjunto de textos seleccionados de un manual de historia.

Por lo que respecta a las dimensiones del flujo de información del modelo de Du Bois y Thompson (1991) y, particularmente, a sus rutas de identificabilidad, Ewing (2005) estudia las construcciones epistémicas del javanés, con especial atención al uso del sufijo –nya en discurso narrativo.

Por lo que respecta al presente trabajo, este discute la relevancia de dos de las dimensiones del flujo de información planteadas por dichos autores: identificabilidad y rutas de identificabilidad, aplicadas a una narración oral registrada en una variante del español del oriente de México. Con ello, busco ampliar el corpus en el que se sustenta originalmente la propuesta, para determinar la pertinencia de las nociones de identificabilidad y rutas de identificabilidad a un género discursivo y a una lengua diferentes a aquellos en los que se sustenta la propuesta original, es decir, discurso conversacional en inglés.

 

 

El flujo de información

 

La perspectiva teórica del flujo de información (Chafe, 1985, 1994), en la que se basa este estudio, se refiere a la corriente o flujo de conciencia del hablante y del oyente conforme las ideas ingresan a la mente del hablante y son subsecuentemente comunicadas a la del oyente. Chafe (1994) explica el concepto de conciencia a partir de una metáfora visual, según la cual la conciencia y la visión se asemejan en la cantidad sumamente limitada de información que cada una de ellas puede enfocar a la vez. La visión focal y la conciencia focal constituyen, en este sentido, el área de máxima agudeza, en torno a la cual yace, respectivamente, la visión y la conciencia periféricas. Estas no solo proporcionan un contexto para el foco actual, sino que también plantean posibilidades para sus próximos movimientos. Más allá de la conciencia periférica yace un rico tesoro de información, parte de la cual será traída a la conciencia focal o periférica, pero por el momento se encuentra desatendida.

Otra afinidad entre la conciencia y la visión es que ambas se encuentran en constante movimiento: el ojo con sus fijaciones breves y la memoria con su continuo cambio de un foco al siguiente. En este marco de referencia, el flujo de información alude al proceso mediante el cual las ideas que ingresan a la mente se convierten en lengua para así entablar comunicación, lo que en términos computacionales correspondería al proceso de verbalización en línea (Chafe, 1985). En cuanto al término información, este se concibe como anti-entropía en la mente (Chafe, 1994: 71).

Así, mientras una persona habla, se activa en su mente, primero, una pieza de información y luego otra. De hecho, la cantidad de información que puede activarse a la vez es muy pequeña con relación a la cantidad total que se encuentra almacenada en la mente del hablante, circunstancia que se refleja en el limitado número de palabras que cada unidad entonacional contiene. Las unidades de entonación –unidades discursivas en las que se sustenta dicha teoría– corresponden a fragmentos de habla que incluyen ideas sobre personas, objetos, eventos y estados, siendo dichas unidades relevantes en términos cognitivos (Chafe, 1985).

Con respecto al concepto de activación, como se mencionó anteriormente, el hablante es capaz de centrar su atención en una cantidad muy pequeña de información a la vez, y ese foco de conciencia cambia rápidamente conforme el pensamiento procede. Más puntualmente, el hablante se centra, durante su producción lingüística, en la información que está verbalizando en ese preciso instante. De conformidad con esta perspectiva, la unidad de entonación puede verse como la representación verbal de la información que se encuentra en el foco de su conciencia al momento de emitirla. El estatus de activación de las ideas es básico para el pensamiento y la memoria y es, además, el factor más influyente en la forma de verbalizar el pensamiento. A partir de la ubicación de la idea en el estado focal, periférico o inconsciente, puede hacerse referencia a ella, respectivamente, como activa, semiactiva o inactiva.

En el momento en el que, a lo largo del discurso, una idea ha pasado de ser inactiva a ser activa para el hablante, su estatus pasa de información nueva a información dada y, al verbalizarla, el hablante intenta cambiarla de estatus para el oyente, en este caso de inactiva a activa, lo cual implica –entre otras cosas– que diversas propiedades de dicho referente se tornen semiactivas.2

La perspectiva del flujo de información aborda, pues, los aspectos cognitivos y sociales de la manera en que la gente empaca ideas al hablar. Tiene que ver con el estatus de las ideas (es decir, de los referentes,3 eventos y estados), más que con su contenido; con los cambios en dicha información asociados a la producción linguística; es decir, a los cambios de estatus negociados por el hablante y el oyente respecto a sus ideas de objetos, estados y eventos en el transcurso de su interacción (Du Bois & Thompson, 1991). Es importante enfatizar que los hablantes se percatan de que otras mentes participan en el uso comunicativo de la lengua, lo cual implica que no solo tienen en cuenta los cambios en los estados de activación de sus propias mentes, sino que también consideran los cambios paralelos que ocurren en las mentes de sus oyentes. En este sentido, el flujo de información puede concebirse como un modelo del hablante con relación al oyente en el que el hablante decide cómo empacar lo que quiere decir, en función de su modelo de lo que el oyente sabe, puede inferir y puede ser conducido a saber (Du Bois & Thompson, 1991).4

 

 

Identificabilidad

 

En este marco general, un referente identificable es aquel que, el hablante asume, el oyente es capaz de identificar. Si bien la identificabilidad se ha asociado frecuen­temente con definitud –es decir, con el uso del artículo definido–, Chafe (1994) considera oportuno integrar la definitud en un marco coherente de identificabilidad y de flujo de la experiencia consciente. Para ello, propone tres elementos constitutivos de la identificabilidad: un referente identificable debe, por un lado, asumirse como compartido por el oyente, ya sea directa o indirectamente; por otro, ser verbalizado de manera suficientemente identificable y, además, ser contextualmente sobresaliente.

El carácter de directamente compartido puede ilustrarse mediante los referentes de los pronombres de primera y segunda personas del singular (yo y , respectivamente) en una interacción cara a cara. Ahora bien, ‘compartido’ no implica necesariamente que el referente en sí mismo sea compartido, sino que su conocimiento puede proceder de su asociación con un conocimiento ya compartido. En tal caso, hablamos de un referente indirectamente compartido.

Por lo que respecta al segundo criterio, el hablante debe categorizar el referente compartido del tal modo que permita al oyente identificarlo, circunstancia esta que varía ampliamente y depende, en gran medida, del contexto. Dicha categorización puede implicar ya sea una verbalización mínima o una sustancial. En el primer caso, tenemos, por ejemplo, el uso de deícticos para referirse a una persona u objeto presente en el contexto situacional (este para hacer alusión a un libro que se encuentra sobre la mesa de centro del espacio donde se lleva a cabo la interacción); o bien a un elemento discursivo, como en el caso de esta (a continuación las formas pronominales relevantes se presentan con negritas) para designar a un referente al que se acaba de mencionar (Mi vecino trabaja en una oficina. Esta se localiza a un costado del gimnasio). En aquellos casos en los que puede darse ambigüedad mediante el uso de un sustantivo, suele emplearse un modificador para precisar el referente, como cuando se ha estado hablando de dos personas y el uso de la forma pronominal ella puede implicar confusión. En tal caso, puede recurrirse a una frase nominal modificada, como la estudiante de biología.

En cuanto a la propiedad de ser contextualmente sobresaliente, esta guarda relación con el grado en el que un referente destaca con relación a los demás, ya sea en el contexto situacional o en el discursivo. Chafe (1994: 101) menciona que los referentes que se encuentran presentes en el entorno inmediato son más sobresalientes que los referentes distantes, mientras que algunos referentes son so­bresalientes para un grupo social, o bien, como en el caso del sol y la luna, lo son para toda la gente.

El concepto específico de identificabilidad, en la perspectiva del flujo de información, permite distinguir, entre otras categorías, información nueva de información dada. El carácter de nuevo corresponde a una entrada nueva en la mente del oyente, desde la perspectiva del hablante. En cambio, una idea dada es aquella que, de acuerdo con el hablante, es ya conocida por el oyente. En términos más puntuales, ‘nuevo’ significa activado justo en este momento de la conversación (o interacción, en general) y ‘dado’ corresponde a activo en este momento de la conversación. Una tercera posibilidad es la que se refiere a la información que ha sido activada de un estado previamente semiactivo, la cual es denominada ‘accesible’ y se explica por el hecho de que una idea introducida por primera vez en el discurso como información nueva se mantiene como dada (o sea, en estado activo) durante un cierto periodo de tiempo (que corresponde, cuando menos, a varias unidades de entonación), transcurrido el cual, retrocede al estado semiactivo y, en su caso, requiere ser reactivada en el transcurso de la interacción (Chafe, 1994: 72).5

Desde un punto de vista lingüístico, el hablante otorga mayor prominencia a las ideas nuevas con relación a las dadas, en el sentido de que las primeras tienden a expresarse mediante frases nominales plenas y acento principal, a diferencia de las últimas, que suelen manifestarse a través de pronombres y acento secundario (Chafe, 1994).

A partir de estas reflexiones, Du Bois y Thompson (1991) discuten un conjunto de dimensiones del flujo de información que consideran particularmente útiles para la comprensión de diversos fenómenos gramaticales, así como para profundizar nuestra comprensión de la gramática y su conformación a partir de patrones recurrentes en el discurso de los hablantes. Si bien el flujo de información tiene implicaciones significativas en rasgos tales como el acento, el orden de las palabras, la pronominalización, los recursos para marcar el caso, el uso tanto de artículos como de demostrativos, cuantificadores y posesivos,6 y la estructura de la cláusula, entre otros, Du Bois y Thompson se interesan particularmente por la manera en que el flujo de información origina el tipo de rasgos gramaticales que las lenguas tienden a exhibir con relación a sus frases nominales.7

A este respecto, los autores proponen cinco dimensiones de las categorías del flujo de información que han resultado valiosas en la codificación de textos para diversos proyectos de investigación en los que han participado: identificabilidad, rutas de identificabilidad, estado de activación, generalizabilidad y referencialidad discursiva.

Una característica particularmente importante de las categorías que se discuten en el artículo en cuestión es que captan un aspecto diferente del uso de la gramática nominal del inglés. Tres de dichas categorías, a saber, identificabilidad, rutas de identificabilidad y estado de activación se refieren a la evaluación situada del hablante respecto a las propiedades de los conceptos de frente al oyente, entendiendo por conceptos las ideas de objetos, eventos y propiedades; referencialidad discursiva, por otra parte, guarda relación con la frase nominal en curso; más específicamente, la función referencial se relaciona no con las propiedades de un concepto, sino con el papel de la frase nominal actual; brevemente men­cionaré que la referencialidad guarda relación con la distinción entre las frases nominales en términos de lo que en inglés se conoce como tracking y non-tracking, que correspondería, en el primero, a aquellos casos en los que la frase nominal introducida se mantiene –o se le da seguimiento, por así decir– a lo largo del discurso, a través de formas pronominales y declinación verbal, entre otros recursos. Las frases nominales a las que no se da seguimiento en este sentido –que se conocen como non-tracking– desempeñan otras funciones, entre ellas la predicativa, en la que la frase nominal forma parte del predicado, como en el caso de leña en ¿Quién es esa persona que está cortando leña? En cuanto a la dimensión que Du Bois y Thompson denominan generalizabilidad, esta alude al carácter intercambiable o no intercambiable de los miembros de un conjunto de entidades entre sí, como en la fruta es nutritiva, que es una frase nominal generalizante, o alcánzame ese libro, que es particularizante.

 

 

Rutas de identificabilidad

 

De conformidad con mis objetivos, este análisis se centrará en las rutas de identificabilidad propuestas por Du Bois y Thompson (1991), las cuales constituyen otra de las dimensiones del flujo de información, que tiene que ver con las características de un concepto tal y como lo evalúa el hablante, evaluación que influye en el tratamiento del concepto como identificable o no identificable y, consecuentemente, en su representación gramatical. El hablante, enfatizan los autores, juzga dicha dimensión a cada momento en el contexto de la interacción en curso.

Las cinco rutas de identificabilidad consideradas por Du Bois y Thompson (1991: 5) son:

  • Primera persona
  • Segunda persona
  • Mención en el discurso previo (equivalente a anáfora)
  • Referencia proposicional (basada en el contenido proposicional previo)
  • Marco, que a su vez puede ser:

universal (conocimiento cultural general)

invocado

nombre propio

parte del cuerpo

parentesco

anclado8

 

Estas rutas, aclaran los autores, no son mutuamente excluyentes, sino que puede aplicarse más de una en un caso determinado.

 

 

Los datos

 

El relato que analizo fue grabado en español en la localidad de El Tajín, municipio de Papantla, Veracruz (México) en 1989 y ha sido abordado desde diversas perspectivas teóricas, entre ellas la elección léxica (Oropeza, 2010) y la reflexividad implícita, enmarcada esta por el habla reportada directa (Oropeza, 2013). Mi propósito es enriquecer los resultados así obtenidos, con un nuevo enfoque teórico, en este caso el del flujo de información (Chafe, 1985, 1994) y, en términos más puntuales, el de las dimensiones de identificabilidad y rutas de identificabilidad propuestas por Du Bois y Thompson (1991). Para ello, realizo un análisis minucioso, de carácter cualitativo, que sienta las bases para estudios comparativos posteriores, sustentados en un corpus narrativo más amplio.

El relato que me ocupa, trata sobre el origen de una deidad mesoamericana: el Trueno Viejo. Según la trama, un humano llamado Juan inicia el diluvio con su comportamiento imprudente y su desacato a las instrucciones de Los Truenos, quienes son los encargados de producir la lluvia y los fenómenos meteorológicos asociados (trueno, rayo, relámpago, etc.). Finalmente y tras numerosos intentos, Juan es capturado con un cabello provisto por la Virgen de Guadalupe, el cual, al entrar en contacto con Juan, se convierte en cadena, permitiendo a Los Truenos sumergirlo en el fondo del mar, donde yace encadenado.

 

 

Método

 

Como primer paso, se procedió a identificar las frases nominales del relato, para luego codificarlas como identificables o no identificables. Posteriormente, las frases nominales se clasificaron a partir de las rutas de identificabilidad propuestas por Du Bois y Thompson, prestando especial atención a los recursos lingüísticos y discursivos puestos en juego por el narrador con relación a cada una de ellas.

Considerando la naturaleza de mis datos, particularmente que se trata de discurso narrativo y que ha sido relatado en español, es necesario hacer algunas precisiones.

  • En primer lugar, la narración que me ocupa, introduce sistemáticamente monólogos y diálogos entre personajes, por lo que la primera y la segunda personas (del singular y del plural) rara vez se refieren al narrador y al oyente, respectivamente; es decir, más bien hacen alusión a alguno o algunos de los personajes; de tal manera que dichas rutas (primera y segunda personas) requieren la colaboración de otra ruta para lograr la identificabilidad plena del referente.
  • En segundo lugar, un recurso morfosintáctico del español, que no existe en inglés, es la posibilidad de omitir el sujeto sintáctico, delegando en la declinación verbal la función de identificar la persona y el número, además del tiempo y del modo, que son del dominio exclusivo del verbo.

 

Análisis

 

Una vez expuestos los conceptos centrales en los que se sustenta este trabajo, así como la metodología aplicada, pasaré a exponer y discutir los resultados del análisis.

 

 

Primera y segunda personas

 

Como se mencionó arriba, estas dos rutas por sí mismas solo permiten identificar parcialmente al referente, debido a la introducción de personajes que interactúan verbalmente entre sí a lo largo de la narración. Por ello, la función de hacer identificable el referente para el oyente debe ser compartida con alguna otra ruta. Ahora bien, en español la primera y la segunda personas, así como el número (singular o plural), no solo pueden manifestarse a través de frases nominales, sino que frecuentemente es el verbo conjugado el que realiza esa función. Cuando, como en la narración que nos ocupa, la interacción entre los personajes se da principalmente entre un grupo de individuos que actúan y se expresan como colectivo y, por otro lado, por un solo individuo, el número –además de la persona– desempeña un papel importante en la identificación de referentes. Examinemos ahora algunos fragmentos de la narración para ejemplificar cada una de las afirmaciones precedentes. Empleo negritas para la primera mención del referente y cursivas para los elementos que representan a este en las unidades entonacionales subsecuentes.

 

(1) Uno que se llamaba Juan,

al que ahora han llevado a Tecolutla, al mar,

dicen que era un flojo,

que allá le mandaron su comida

y que se fuera.

Se fue.

Iba andando,

iba andando,

hasta que por fin donde le entraba la noche

ahí se quedaba.

Cuando amanecía caminaba otra vez

y se iba.

Hasta que por fin oyó que estaban leñando,

que estaban cortando leña.

Y dijo: “¿Quién es esa persona

que está cortando leña?”

Y se fue ahí donde oía que hacían el ruido.

Entonces vio que no era nadie.

Vio un hacha que estaba apurada,

estaba a los hachazos,

estaba trozando unos trozos.

Entonces dijo: “¿Cuándo se va a ir?”

La voy a espiar.

Acabó de rajar la leña.

Se empezó a formar un tercio,

se amarró,

y luego el hacha se metió en medio del tercio.

Entonces dijo Juan: “¿Y esa leña cómo se va a ir?”

 

Primeramente, observemos la importancia de la forma verbal. Una vez que se ha mencionado por primera vez al referente ‘Juan’, se intercalan quince ocurrencias del sujeto morfologizado en el verbo, y solo cuando la introducción de otros personajes que requieren también el uso de la tercera persona del singular (‘hacha’, ‘tercio’), pone en riesgo la identificabilidad del referente, se reintroduce el sujeto a través de una frase nominal plena (Juan). Así, la segunda ocurrencia del sujeto explícito es, al parecer, el último recurso del que se echa mano, ya que previamente se apela al marco universal o al marco invocado por la narración misma para mantener clara la referencia. Una vez que se introduce el personaje hacha, las tres cláusulas siguientes se refieren a ella por su proximidad al sujeto explícito, pero también porque en dichas cláusulas se mencionan acciones que son propias de un objeto cortante y no de una persona, tales como estar a los hachazos –frase verbal que incluye un sustantivo vinculado morfológica y semánticamente al sujeto explícito hacha– y estar trozando unos trozos. En cambio, siendo decir y espiar actividades propias de un ser humano (como Juan) o humanizado (como Los Truenos), no tiene lugar, en ese momento, una nueva ocurrencia de Juan; sin embargo, sí se reintroduce hacha para diferenciarla, respectivamente, de tercio y de leña, que acaban de ser introducidas. Es justamente tras la introducción de estas últimas que se emplea Juan por segunda ocasión. La cláusula la voy a espiar tiene como sujeto morfológico la primera persona del singular (‘yo’) que en este caso se refiere a Juan y no al narrador.

En el siguiente ejemplo podemos ver, además del uso del verbo conjugado en primera persona del singular (en negritas), el pronombre me para referirse a sí mismo como objeto indirecto:

 

(2) “Bueno, ¿por qué me dicen que si se me antoja un plátano,

voy a pedir que caiga un plátano?

Un plátano no me va a alcanzar.

¿Por qué me dicen eso?”

 

En el ejemplo (3), el verbo conjugado en primera persona del singular se refiere a otro personaje: uno de Los Truenos, mientras que la segunda persona del singular –en algunos casos expresada a través del pronombre personal – se refiere a ‘Juan’:

 

(3) Y cuando llegó9 dicen10 que había gente

y eran Los Truenos.

Entonces llegó ahí.

Pidió trabajo

Le dijeron: “¡Cómo no! Te voy a conseguir trabajo

porque no hay quien se quede a cuidar”.

 

Aquí, el referente de la forma verbal conjugada en primera persona del singular (voy) es uno de Los Truenos. La forma pronominal te alude a Juan como segunda persona del singular. Juan es también el referente de la tercera persona del singular transmitida por el verbo conjugado (llegó) antes de la introducción del diálogo entre personajes, cuando el hablante asume la perspectiva del narrador en tercera persona.

Sin embargo, en el siguiente ejemplo, en el que el pronombre yo aparece explícitamente, el referente es el propio narrador, quien expresa un comentario respecto al comportamiento de uno de los personajes (Juan), luego de que este desobedece reiteradamente las instrucciones de sus patrones (Los Truenos):

 

(4) Pero yo creo que el Dios lo estaba calando

para ver si hacía caso a lo que le decían

 

(5) Dicen que ahí lo tienen trabucado,11

y por eso a veces se oye.

Ahora ya muy poco se oye por los quemadores, digo yo.

 

Al hacer otro comentario explicando el procedimiento para la captura de Juan, el narrador se refiere abiertamente al oyente utilizando la segunda persona del singular en la conjugación verbal:

 

(6) Por ejemplo, un animal cuando lo quieren agarrar,

le pones12 una trampa para que caiga.

Pusieron unas cadenas,

así para ahí cuando llega,

ahí lo agarran, dicen.

 

La primera persona del plural tiene un comportamiento similar al de la primera y segunda personas del singular, es decir, tiene distintos referentes al interior del relato. Así, nosotros hace referencia a Los Truenos (7) y, eventualmente, a la humanidad en su conjunto, incluidos el hablante y el oyente (8). Sin embargo, la segunda persona del plural está totalmente ausente del relato. Veamos los siguientes ejemplos:13

 

(7) Bueno, al otro día en la mañana que le dicen:

“Juan, te vas a quedar.

Nosotros vamos a ir a trabajar”.

 

(8) Los Truenos, dicen, ésos son santos, angelitos.

Y ésos viven como nosotros.

Pero ellos viven al pie de un cerro,

donde hay una cueva grande.

 

Como puede apreciarse, el pronombre nos, que se utiliza como objeto directo o indirecto –es decir, como correlato de nosotros– también tiene dos posibles referentes.

Atendiendo a estas circunstancias, en cada caso es necesaria la intervención de una ruta complementaria, que generalmente es la mención, el marco universal o el marco invocado en la narración misma, como veremos a continuación.

 

 

Mención

 

En el relato que nos ocupa se hace uso de pronombres una vez que el referente ha sido introducido por mención explícita, es decir, a través de una frase nominal. Los pronombres personales, demostrativos o numerales pueden sustituir al sujeto o a los objetos directo e indirecto. Cuando se trata del sujeto, el pronombre personal que lo sustituye suele estar ausente y ser expresado por el verbo conjugado. Veamos algunos ejemplos:

 

(9) Los Truenos, dicen, ésos son santos, angelitos,

y ésos viven como nosotros.

Pero ellos viven al pie de un cerro,

donde hay una cueva grande.

 

Aquí, tanto el referente del pronombre demostrativo para tercera persona del plural (ésos) como el pronombre personal (ellos) son identificables por su relación con el nombre Truenos, que se mencionó previamente. Otro caso en el que se apela a recursos similares es el siguiente, en el que las formas pronominales tanto de nominativo (él), como de acusativo (lo) y dativo (le), manifiestan el carácter identificable del referente en cuestión.

 

(10) Ahí cayó Juan.

Lo agarraron,

lo desarmaron

le quitaron su espada.

Él es de junio, el veinticuatro, el día de San Juan.

 

Es decir, todos los pronombres en cursivas son identificables en virtud de la mención previa de Juan. El pronombre lo sustituye a Juan cuando ocurre como objeto directo, en tanto que le se refiere a Juan cuando funciona como objeto indirecto. La forma pronominal él reemplaza a Juan como sujeto.

Con relación, expresamente, a la tercera persona del singular y a la tercera persona del plural, una vez que los personajes han sido introducidos por mención en algún punto del relato, la forma verbal es un medio importante para identificar el referente.14 En el siguiente ejemplo, las seis últimas cláusulas se atienen a este criterio. El verbo en tercera persona del plural se refiere a Los Truenos (cursivas) y el verbo conjugado en tercera persona del singular se refiere a Juan (subrayado). Las frases nominales mencionadas aparecen, respectivamente, en negritas y en negritas subrayadas para Juan.

 

(11) Y aquellas gentes ya se daban cuenta

de lo que iba a pasar a Juan.

Ellos lo estaban calando

para ver si de veras obedecía

lo que le decían.

Entonces cuando ellos llegaron, se vinieron,

se dieron cuenta que Juan estaba muerto.

Se había ahogado,

se tapó con tanto plátano.

Venían llegando y ahí estaba.

Lo hicieron revivir.

Entonces que le dicen al otro día:

“Pues ahora sí nosotros nos vamos a ir a tal parte”.

 

Aquí se menciona a ambos personajes a través de una frase nominal constituída por un nombre propio (Juan) o por adjetivo más sustantivo (aquellas gentes). Es importante hacer notar que la falta de correspondencia en género entre aquellas personas (femenino) y ellos (masculino) puede obedecer a la influencia de la frase nominal Los Truenos (masculino), así como al hecho de que no existe en español el correspondiente masculino a nivel de frase nominal (*los gentes).

Ahora bien, un ejemplo de pronombre numeral es el siguiente, donde uno y dos se refieren al nombre platanito, que acaba de ser mencionado.

 

(12) Que le dicen a Juan:

“Te vas a quedar,

no vayas a ninguna parte

ni vayas a agarrar nada.

Si quieres plátano,

tú no vayas a agarrar un plátano.

Tú vas a decir: ¡Que caiga un platanito!

Te va a caer uno o si no dos”.

 

Cuando, como en la narración que nos ocupa, intervienen, por un lado, un conjunto de seres que rara vez se expresan o actúan de manera individual y, por otro, una sola persona, el verbo conjugado en tercera persona del singular o en tercera persona del plural desempeña un papel fundamental para mantener la cohesión.

 

 

Referencia proposicional

 

Los pronombres neutros lo (equivalente a ello; distinto al pronombre masculino lo, del que hablé anteriormente) y eso remiten a una situación o suceso previo dentro de la narración, como en los siguientes ejemplos:

 

(13) Entonces al otro día volvían15 a ir

y que le decían: “Mira Juan, ahora vas a poner la olla del frijol.

Vas a echar un frijol nada más;

no le vayas a echar más;

si no, te va a pasar otra vez lo que te pasó”.

 

Aquí, lo es identificable por su relación con la frase relativa siguiente (que te pasó), por lo que la ruta de identificabilidad podría ser anclaje; sin embargo, la frase nominal en su conjunto (lo que te pasó) es identificable porque hace alusión a las acciones anteriores que ha realizado Juan contrariando las instrucciones de Los Truenos: la primera de ellas, pidiendo que cayera un plátano en lugar de un platanito; la segunda, poniendo a cocer un puño de maíz en lugar de un solo grano.

En el siguiente ejemplo, eso se refiere al fragmento de la narración que aparece en cursivas, es decir, a las instrucciones de Los Truenos.

 

(14) Bueno, pues le decían a Juan: “Ora, así como estás viendo ese baúl

no vas a pensar que vas a agarrar una cosa de aquí en este baúl”.

El otro baúl que estaba en un rincón, dice,

No vayas a pensar que vas a agarrar algo

porque si no, va a pasar una cosa.

El pensó: “Bueno, ¿por qué me dijeron eso?”

 

 

Situación

 

El narrador eventualmente ilustra la acción de la historia haciendo un ademán y recurriendo a un adverbio locativo o modal. Sin embargo, en la mayoría de los casos se hace referencia no al escenario compartido por el hablante y el oyente, sino a la situación creada por la propia narración, como veremos más adelante (p. 60).

 

 

Marco universal

 

En mi corpus esta ruta coadyuva con la de primera persona, dando cuenta, de manera conjunta, de los datos en los que la primera persona del plural alude a la humanidad en su conjunto:

 

(15) Los Truenos, dicen, ésos son santos, angelitos.

Y ésos viven como nosotros;

pero ellos viven al pie de un cerro,

donde hay una cueva grande.

En el siguiente ejemplo, nosotros es identificable por referencia al género humano, mientras que madre lo es por estar anclada a dicha forma posesiva:

 

(16) Entonces dijo la madre de nosotros, María, la Virgen María, que dice...

que arrancó su cabello y se volvió cadena.

“Con esto.”

Asimismo, las fechas mencionadas en la narración son identificables por ser evaluadas por el narrador como culturalmente compartidas por la audiencia:

 

(17) El es de junio, el veinticuatro, el día de San Juan.

Lo mismo es aplicable a las partes del día:

 

(18) Iba andando,

iba andando,

hasta que por fin le agarraba la noche.

Ahí se quedaba.

 

(19) Bueno, al otro día en la mañana que le dicen:

“Juan, te vas a quedar”.

A través de esta ruta (marco universal) pueden identificarse también clases generales de seres, objetos, lugares y materias o sustancias. Los siguientes fragmentos son ilustrativos al respecto:

 

(20) Los Truenos, dicen, ésos son santos, angelitos.

 

(21) Porque donde de veras se estaban muriendo los animales,

se estaba secando todo;

donde hacía falta el agua,

entonces los mandaba Dios.16

Otros ejemplos en los que se asume la existencia de un marco compartido son los siguientes:

 

(22) Que se arrima donde estaba el baúl.

Dicen que lo destapó

y que con ése hacían ellos el diluvio.

Atraía truenos y remolinos, todo.

 

(23) Ahora ya muy poco se oye por los quemadores,17 digo yo.

Porque sí se oía clarito como que tronaba.

Se oía cerca, decían los abuelos.18

 

A través de esta ruta podemos, igualmente, explicar el siguiente ejemplo, donde la forma verbal en tercera persona no es suficiente para identificar al referente por existir otro referente (personaje) al que le es igualmente aplicable. En el mismo fragmento (línea 4), se asume que es una persona la que está cortando leña porque presumiblemente solo las personas pueden realizar la acción descrita.

 

(24) Hasta que por fin oyó19

que estaban leñando

que estaban cortando leña.

Y dijo: “¿Quién es esa persona

que está cortando leña?”

 

Aunque posteriormente la narración misma contradirá dicha asunción.

 

(25) Y se fue ahí

donde oía que hacían el ruido.

Entonces vio que no era nadie.

Vio un hacha

que estaba apurada,

estaba a los hachazos,

estaba trozando unos trozos.

Entonces dijo: “¿Cuándo se va a ir?”

La voy a espiar.

 

La forma verbal dijo puede referirse tanto a Juan como al hacha, pero se supone que son las personas quienes pueden hablar, lo que hace inelegible al hacha. Lo mismo sucede en el siguiente fragmento, sintácticamente ambiguo porque tanto Juan como hacha funcionan como posible sujeto en tercera persona del singular. En virtud de que solo un ser humano puede pedir trabajo, se descarta como sujeto la palabra hacha.

 

(26) Dice: “Pues voy a ver hasta dónde va a llegar ese tercio de leña”.

Y así se fue.

Y llegó hasta donde dicen que están los doce Truenos;

llegó y dicen que ahí se volvió a ensartar

y el hacha se guardó.

Entonces llegó ahí

y cuando llegó

dicen que había gente y eran Los Truenos.

Entonces llegó ahí.

Pidió trabajo.

 

 

Marco invocado

 

El marco invocado es uno de los recursos más importantes que el narrador pone en juego en el relato examinado para intentar la identificación de los referentes por parte del oyente. Generalmente actúa de manera conjunta con otras rutas de identificabilidad, como hemos venido mencionando. Veamos algunos ejemplos.

En el siguiente fragmento, la puerta es identificable en virtud de la descripción previa que el narrador ha hecho del lugar donde viven Los Truenos: una casa con un huerto, con algunos muebles e instrumentos de cocina, etc.

 

(27) Y cuando acababan de alistarse20

salían a la puerta

y dicen que sacaban su espada.

 

Asimismo, considerando que Juan iba siguiendo el tercio de leña, en el ejemplo (28), aun cuando en última instancia no queda suficientemente claro cuál es el referente del verbo conjugado en tercera persona del singular, podemos inferir que el sujeto de y llegó hasta donde dicen que están los doce Truenos... (cursivas) es ‘el tercio de leña’, mientras que el sujeto de entonces llegó ahí y cuando llegó... (negritas) es ‘Juan’ porque el tercio ya había llegado y el hacha se había guardado.

 

(28) Dice: “Pues voy a ver hasta dónde va a llegar ese tercio de leña”.

Y así se fue.

Y llegó hasta donde dicen que están los doce Truenos;

llegó y dicen que ahí se volvió a ensartar

y el hacha se guardó.

Entonces llegó ahí

y cuando llegó,

dicen que había gente y eran Los Truenos.

Entonces llegó ahí.

Pidió trabajo.

 

Es también a través del marco invocado que se puede diferenciar los dos referentes del pronombre ellos y de las formas verbales de la tercera persona del plural. Aunque de hecho podemos encontrar una fórmula que parcialmente contribuye a dicha identificación, ya que la presencia del pronombre ellos indica que se trata de Los Truenos, la sola presencia del verbo conjugado en tercera persona del plural puede resultar ambigua pues el referente podría ser Los Truenos o un ente colectivo solo parcialmente identificable que se asume como el responsable del contenido general del relato y que sería equivalente a se dice o alguien dice, fórmulas que suelen funcionar como cláusula enmarcadora del habla reportada y como un recurso para investir de autoridad el relato tradicional (Bauman, 1993). Las cursivas indican que el referente es ‘Los Truenos’; las negritas, en cambio, indican que el referente es una entidad insuficientemente especificada.

 

(29) Y cuando acababan de alistarse

salían a la puerta

y dicen que sacaban su espada;

pero dicen que no la sacaban toda,

nada más un cachito,

nada más le hacían así.21

Entonces ellos tronaban

y volaban

y así se iban.

 

En el fragmento 30, abajo, la situación es aun más compleja porque hay tres referentes posibles para el verbo conjugado en tercera persona del plural. Las cursivas indican el referente ‘aquellos angelitos’, las negritas marcan las ocurrencias de lo que he venido llamando responsable del contenido del relato, mientras que aparece subrayado otro referente igualmente inespecífico:

 

(30) Entonces aquellos angelitos se dieron cuenta

de lo que estaba pasando.

Oyeron

y se vinieron

y por fin lo querían agarrar.

Entonces dicen que le pusieron...

Por ejemplo, un animal, cuando lo quieren22 agarrar

le pones una trampa para que caiga.

Pusieron cadenas, así para ahí cuando llega,

ahí lo agarran, dicen.

 

El marco invocado también es el recurso que permite diferenciar los referentes tanto de la primera persona del singular como de la segunda persona del singular:

 

(31) Pero yo creo que el Dios lo estaba calando

para ver si hacía caso a lo que le decían.

 

(32) Dicen que ahí lo tienen trabucado

y por eso a veces se oye.

Ahora ya muy poco se oye por los quemadores, digo yo.

 

Es importante destacar que cuando el narrador es el referente de la primera persona, siempre se menciona explícitamente a través del pronombre yo, mientras que, cuando el personaje Juan toma la palabra, siempre se refiere a sí mismo a través del verbo conjugado, es decir, sin hacer uso del pronombre. Solo hay un caso en el que menciona yo como equivalente a conmigo:

 

(33) “Ellos son doce y yo trece.”23

 

El pronombre es frecuentemente empleado por los Tajines para referirse a Juan debido al énfasis que ponen en las instrucciones que este debe acatar. Creo que es el énfasis el que explica la mayor incidencia de que de los restantes pronombres (excepto en el caso de ellos que, como ya mencionamos, es constante y alude a varios referentes). Veamos algunos ejemplos:

 

(34) “ no vas a ir a ninguna parte;

solamente te vas a quedar a cuidar,

solamente te vas a quedar a cuidar aquí la casa.”

 

(35) “Si quieres plátano,

no vayas a agarrar un plátano.

vas a decir: ‘Que caiga un platanito’.

Te va a caer uno

o si no dos.”

 

Sólo hay una ocurrencia en la que el verbo conjugado en segunda persona del singular no se refiere a Juan sino al oyente y en el que se recurre exclusivamente a la forma verbal.

 

(36) Por ejemplo un animal, cuando lo quieren agarrar,

le pones una trampa para que caiga.

 

 

Nombres

 

Los referentes de los nombres que figuran en la narración generalmente son reconocibles debido a la intervención complementaria de un marco, ya sea universal o invocado. Así, en el caso de La Virgen María y San Juan Bautista, los nombres son reconocibles en virtud de un marco universal. Considero que Dios funciona en este caso como un nombre propio, al igual que Los Truenos. El topónimo Tecolutla puede considerarse que desempeña una función similar. Sin embargo, el nombre Juan es reconocible en virtud del marco invocado por la narración misma. Los siguientes son algunos ejemplos:

 

(37) Los Truenos, dicen, ésos son santos, angelitos.

Y ésos viven como nosotros.

Pero ellos viven al pie de un cerro,

donde hay una cueva grande.

 

(38) Uno, que se llamaba Juan,

al que ahora han llevado a Tecolutla, al mar,

dicen que era un flojo.

 

(39) Porque donde de veras se estaban muriendo los animales,

se estaba secando todo,

donde hacía falta el agua,

entonces los mandaba Dios.

 

(40) Entonces dijo la madre de nosotros, María, la Virgen María, que dice...

Que arrancó su cabello y se volvió cadena.

“Con esto.”

 

(41) Ahí cayó Juan.

Lo agarraron,

lo desarmaron,

le quitaron su espada.

Él es de junio, el veinticuatro, el día de San Juan.

 

 

Partes del cuerpo y parentesco

 

El uso de estas rutas es poco frecuente en esta narración. La única parte del cuerpo que se menciona es el cabello de la Virgen María, el cual es identificable por el uso del adjetivo posesivo su. El único término de parentesco empleado es madre para referirse a la Virgen María y también es reconocible por su relación con la frase nominal posesiva de nosotros. Ambas rutas aparecen en el siguiente fragmento:24

 

(42) Entonces dijo la madre de nosotros, María, la Virgen María, que dice...

Que arrancó su cabello y se volvió cadena.

“Con esto.”

 

 

Anclado

 

En esta narración, el uso de cláusulas relativas y de adjetivos posesivos o frases nominales posesivas para hacer total o parcialmente identificable a los referentes, es bastante común. Veamos algunos ejemplos. La frase nominal anclada aparece en cursivas, mientras que el recurso de identificabilidad se destaca con negritas:

 

a. Cláusulas relativas:

 

(43) Entonces aquellos angelitos se dieron cuenta de lo que estaba pasando.

(44) ¿Quién es esa persona que está cortando leña?25

 

b. En los siguientes casos, el anclaje tiene lugar a través de adjetivos o frases nominales posesivas:

 

(45) Dicen que era un flojo,

que allá le mandaron su comida

y que se fuera

 

(46) Cada quien tenía su baúl donde dejaban el traje de ellos, espadas y todo.

 

c. Otro tipo de anclaje se expresa formalmente a través de una frase nominal posesiva, pero expresa más bien la sustancia o materia de la que está hecho un objeto:

 

(47) Ahora sí vas a poner un granito de maíz,

no vayas a echar un puño.

 

(48) Dice: “Pues voy a ver hasta dónde va a llegar ese tercio de leña”.

 

d. En el siguiente caso, la frase nominal aparentemente posesiva, en realidad expresa la función o el uso continuo de un objeto para cierto fin:

(49) Mira, Juan, ahora vas a poner la olla del frijol.

La olla referida es aquella en la que suele ponerse a hervir el frijol: la que está destinada para tal fin.

 

e. En los siguientes ejemplos no hay un conector entre la frase locativa y la frase nominal a la que está anclada, pero la función es similar, en el sentido de que precisa las características de aquella. El conector que está implícito es ‘es decir’. Tal vez estos casos podrían ser más bien considerados como catáfora:

(50) “Te vas a quedar a cuidar aquí, la casa.”

(51) “No va a caber ahí, en esa olla, en el nixcón.”

 

Ahora bien, la relación entre anclaje e identificabilidad varía en función del caso específico y la relación que se establezca entre los diversos referentes que intervienen en la cláusula relativa. Como mencionan Du Bois y Thompson (1991), el anclaje no garantiza la identificabilidad. Así, el lugar donde viven Los Truenos, al pie de un cerro, donde hay una cueva grande, no es identificable en última instancia a pesar de que hay ciertos detalles que lo describen. En cambio el referente de la frase la olla del frijol es plenamente identificable: el referente ‘olla’ lo es por su asociación con ‘frijol’, y ‘frijol’ por marco universal, pues se refiere al frijol como especie. En el caso de ‘un granito de maíz’ y ‘un puño de maíz’, tiene cierta caracterización que permite diferenciarlos, respectivamente, de ‘un puño de maíz’ y un ‘granito de frijol’, no son totalmente identificables ya que no se sabe exactamente de cuál granito de maíz se trata, dentro de un montón. Lo mismo sucede con una cosa de aquí en este baúl; se deduce que una cosa quiere decir ‘cualquier cosa’, ‘algo’ y por referencia proposicional sabemos que ‘cada quien26 tenía su baúl donde dejaban el traje de ellos, espadas y todo’, a pesar de lo cual el objeto referido es solo parcialmente identificable: es algo que Los Truenos utilizan para vestirse y salir a trabajar.

 

 

No identificabilidad

 

Siendo la identificabilidad una cuestión de grado, más que una dicotomía, es decir, que la identificabilidad puede ser parcial y consistir en el establecimiento de una posición, resulta un tanto difícil distinguir entre parcialmente identificable y no identificable. Así, el referente no específico de la tercera persona de plural morfologizada en el verbo puede considerarse parcialmente identificable en virtud de que conlleva algunas propiedades del referente (concretamente número y persona), o bien como no identificable, como en la primera línea del fragmento (45): Dicen que era un flojo, donde podría argumentarse que el referente de dicen no es necesariamente colectivo, ya que lo importante para el hablante es delegar la responsabilidad del contenido de la cláusula en alguien más, por lo que eventualmente puede ser sustituido por una cláusula en singular, como la gente dice. Un argumento similar puede plantearse respecto a los verbos que expresan fenómenos naturales como amanecer, tronar y anochecer, cuyo referente es, de hecho, no identificable, si bien la tercera persona del singular se expresa morfológicamente en el verbo.

 

(52) Cuando amanecía,

caminaba otra vez

y se iba.

 

(53) Y empieza a llover.

 

En otras palabras, los verbos en español necesitan marcarse con respecto a persona y número, lo que implica que no hay otras alternativas disponibles.

Examinemos ahora una frase nominal que, presumiblemente, el hablante no pretende marcar como identificable, sino más bien justificar la salida de Los Truenos de su lugar de residencia.

 

(54) Entonces que le dicen al otro día:

“Pues ahora sí nosotros nos vamos a ir a tal parte”.

 

Así, tal parte significa ‘lugar X’. ¿En qué medida podemos considerar que establece una posición dentro del relato para hacerlo identificable?27 Un caso similar es el uso de fulano en el mismo relato, forma empleada por Juan para referirse a cualquier persona que porte un arma que le permita deshacerse de un águila gigantesca que se lleva consigo a las personas que no se protejen la cabeza con un cesto, y que puede interpretarse como ‘X persona’.

Un caso similar aparece en el fragmento (55), donde se emplean las frases nominales algo y una cosa.

 

(55) No vayas a pensar que vas a agarrar algo

porque si no va a pasar una cosa.

 

En dicho contexto, una cosa equivale a alguna cosa, que, según puede inferirse del marco discursivo invocado, alude a una situación peligrosa. De hecho, esta cláusula forma parte de un fragmento narrativo más amplio, en el que se incluye una advertencia hecha a Juan por Los Truenos. De manera similar, se puede considerar que el referente de algo no es identificable, si bien es posible inferir parcialmente sus propiedades a partir del marco evocado en el transcurso de la narrativa, puesto que dentro del baúl solo pueden encontrarse las herramientas usadas por Los Truenos para producir la lluvia y los fenómenos naturales concurrentes. Así, el referente de algo es parte de un universo hasta cierto punto especificado. La pregunta que surge es si el referente de la frase nominal ha de considerarse parcialmente identificable o no identificable.

Por otra parte, y como acertadamente lo señalan Du Bois y Thompson, la relación entre anclado e identificabilidad no puede decidirse de antemano. Por ejemplo, el referente del lugar habitado por Los Truenos (junto a un cerro, donde existe una gran cueva) no puede ser plenamente identificado si bien el narrador proporciona algunas características –en contraposición a la olla del frijol que sí lo es. En el fragmento (14), presentado arriba, el referente de el otro baúl que estaba en un rincón parece identificable aunque el de un rincón pudiera no serlo. Ello sugiere que la identificabilidad de una cláusula anclada no necesariamente implica que cada una de sus frases nominales constitutivas sean en sí mismas identificables.

 

 

Conclusiones

 

El análisis presentado ofrece un doble beneficio, ya que permite, por un lado, considerar con un sentido crítico el modelo de Du Bois y Thompson, inspirado, a su vez, en el flujo de información (Chafe, 1994), verificando su pertinencia para lograr una mejor comprensión de formas de discurso diferentes de aquella en las que inicialmente se sustenta. Por otra parte, permite enriquecer las perspectivas desde las cuales se ha abordado la narrativa oral tradicional. En este sentido, cabe mencionar que, como se indica en Oropeza (2010), la narrativa es uno de los géneros discursivos más estudiados, y ha captado el interés de un amplio número de disciplinas –entre ellas la antropología, la lingüística, la sociología, el folklore, la psicología y la literatura–, lo que ha hecho posible desarrollar un marco interdisciplinario. A la vez, este estudio contribuye al enriquecimiento de dicho enfoque en aspectos puntuales.

De acuerdo con el análisis presentado, las rutas de identificabilidad propuestas por Du Bois y Thompson contribuyen notablemente a nuestra comprensión de la narrativa oral tradicional en español. Si bien mis datos revelan que deben hacerse consideraciones específicas cuando el narrador introduce diálogos y monólogos, pueden encontrarse soluciones al interior del modelo. En otras palabras, la afirmación de los autores en cuanto a que más de una ruta puede explicar la identificabilidad de una cierta frase nominal, ofrece una posible solución al problema planteado en este estudio, de que la primera y la segunda personas no permiten una identificación plena, de tal modo que puede necesitarse otra ruta.

Respecto a las partes del cuerpo y los términos de parentesco, estos se usan en menor proporción que otras rutas. De hecho, en la narrativa analizada solo una ocurrencia tuvo lugar para cada una de ellas, y existe incluso la posibilidad de que otra ruta (especialmente anclado) pueda dar suficiente cuenta de dichas ocurrencias.

En mi opinión, cabría considerar una nueva ruta, que me permito designar, tentativamente, referencia temporal, que abarcaría las partes del día (mañana, tarde, noche), así como los meses del año y los días del mes, si bien es posible, asimismo, recurrir a una ruta universal, como lo hacen Du Bois y Thompson (1991), para explicar la identificabilidad de dichas frases nominales.

Parece oportuno, asimismo, realizar estudios que se centren en la noción no-identificable y su relación con parcialmente identificable, ya que la no-identificabilidad es una cuestión más bien de grado: el último recurso disponible cuando no puede encontrarse otra ruta que permita catalogar una cierta frase nominal como identificable. La pregunta es: ¿Dónde debemos ubicar el límite entre plenamente identificable, parcialmente identificable y no identificable? Sin duda, futuras investigaciones aportarán elementos valiosos en esta y otras direcciones.

En un sentido más general, y retornando a la teoría del flujo de información, es importante insistir en que, como se indicó al inicio de este trabajo, los hablantes no solo tienen en cuenta los cambios en el estatus de la información dentro de sus propias mentes, sino que también consideran los cambios paralelos que ocurren en las mentes de sus oyentes: lo que este sabe, puede inferir y puede ser conducido a saber (Du Bois & Thompson, 1991). En este sentido, se inscribe en un marco más amplio en el que se reconoce el papel central de la colaboración entre narrador y audiencia, ya sea con respecto a la elección léxica, a la identificabilidad de los referentes o al uso de comentarios metanarrativos, entre otros aspectos.

 

Bibliografía

 

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notas

 

1 Agradezco a uc-mexus / Conacyt el haberme otorgado una beca para realizar mis estudios doctorales en la University of California at Santa Barbara, lo que me permitió desarrollar la versión preliminar de este trabajo. Asimismo, agradezco a la Dra. Sandra Thompson sus valiosos comentarios a dicha versión.

2 El fragmento 1 (pp. 49-50) ejemplifica el proceso de activación en sus diferentes etapas: la activación del referente, que corresponde a la primera mención del mismo a través de una frase nominal plena (Juan), así como los recursos lingüísticos que, en lo subsecuente, pone en juego el narrador para mantenerlo activo, particularmente el verbo conjugado en 3ª persona del singular.

3 Se entiende por referentes las ideas sobre personas, objetos y abstracciones (Chafe, 1994: 79).

4 Otro modelo que guarda relación con el papel de las frases nominales en el discurso y en la interacción, en su conjunto, es el de Downing (1980), el cual se centra en la elección léxica y los factores que esta implica. En particular, los factores que denomina contextuales incluyen, entre otros aspectos, las características de los interlocutores y su relación mutua, así como la influencia que ello ejerce en la forma en que el hablante estructura su discurso.

5 El fragmento (1), que se analiza con detalle en las pp. 49-51, es ilustrativo de este proceso.

6 Los estudiosos del inglés incluyen en la categoría determiners aquellas palabras que se emplean para modificar un nombre o sustantivo (es decir, adjetivos demostrativos, posesivos y numerales, así como artículos).

7 En su estudio sobre el perfectivo en ruso, Dickey (2011) mantiene que la identificabilidad no es exclusiva de los nombres, sino que también los verbos participan de dicha distinción, aunque con distintos efectos en virtud de la diferencia epistémica que existe entre ellos.

8 Es decir, relacionado, al interior de la frase nominal, con un participante establecido en el discurso.

9 Aquí, el verbo conjugado en tercera persona del singular se refiere a ‘Juan’. El narrador adopta en este caso el punto de vista de la tercera persona que narra los hechos.

10 Me voy a referir al uso de la tercera persona del plural un poco más adelante (p. 54).

11 Refiriéndose a Juan. El término trabucado significa ‘volteado’, ‘boca abajo’.

12 En este caso, el uso de la segunda persona podría considerarse, alternativamente, como expresión de un referente general, comparable a se pone una trampa.

13 El primero de ellos forma parte de la trama narrativa, en tanto que el segundo es, en términos de Bauman (1986), un comentario metanarrativo.

14 En el ejemplo (1) me referí ampliamente a la frecuente supresión del pronombre y al papel del verbo conjugado como transmisor de la persona y el número cuando su referente ha sido mencionado con anterioridad, y de cuán larga puede ser la distancia entre dos menciones del mismo referente.

15 El sujeto es ‘Los Truenos’.

16 El referente Dios puede considerarse identificable por la alusión a un marco universal o por hacer las veces de nombre propio.

17 Equipo técnico de la compañía Petróleos Mexicanos, ubicado muy cerca de Papantla.

18 El narrador llama abuelos a las personas mayores o antepasados, en general.

19 El sujeto de los ejemplos (24), (25) y (26) es ‘Juan’.

20 El sujeto es ‘Los Truenos’.

21 Haciendo un ademán.

22 Esta expresión es equivalente a cuando se le quiere agarrar.

23 En el sentido de ‘ellos son doce y conmigo, trece’; o ‘ellos son doce, más yo trece’.

24 En el fragmento que sigue, la palabra madre se emplea más en un sentido metafórico que de parentesco propiamente. Un ejemplo, tomado de una variante del relato registrada en Morgadal (municipio de Papantla) es el siguiente, en el cual la madre de Los Truenos toma la palabra mientras dialoga con Juan: “Mis hijos no tardan en llegar; pero te voy a anticipar –le dijo– que mis hijos comen cristianos: comen carne cruda”.

25 En este ejemplo, Juan da por supuesto que es una persona –y no un objeto que se mueve por sí mismo, como es el caso– la que está cortando leña.

26 Refiriéndose a Los Truenos.

27 Este tipo de datos son examinados en detalle en Oropeza (2013), quien propone que el narrador, en su papel de metanarrador, no considera relevante, en este punto específico de la historia, proporcionar una caracterización más detallada del lugar adonde se dirigen Los Truenos, ni de la identidad de la persona que pudiera contar con un arma.

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