Estudios de Lingüística Aplicada

Amy Lee, Robert Poch, Marta Shaw & Rhiannon Williams. Engaging diversity in undergraduate classrooms. A pedagogy for developing intercultural competence. San Francisco, CA: Wiley, 2012. 152 págs. (ashe Higher Education Report, vol. 38, núm. 2)

Por Patricia Ángeles Delgado1

Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjera

Vivimos en un mundo globalizado, lleno de cambios sociales y tecnológicos, en el que conocer y comunicarse con otras culturas pueden ya considerarse acciones cotidianas e imprescindibles dentro de ciertos ámbitos, como el escolar, el laboral, etc. Bajo este contexto, el tema de la diversidad humana vuelve a ponerse en relevancia para reflexionar, como siempre, sobre la individualidad y la propia identidad, pero, además, para considerar estos aspectos en relación con otras maneras de ser y de pensar; es decir, considerando la interacción con otros que pueden estar cerca o lejos de nosotros.

Aunque la diversidad es característica inherente y fundamental de las sociedades y de las culturas del mundo, el tema como motivo de estudio había estado vinculado más frecuentemente a disciplinas como la sociología y la psicología (en asuntos como identidad y equidad de género) y, de manera menos directa, a la historia (identidad nacional). En pedagogía el tema puede reconocerse desde hace algunas décadas, por ejemplo, en el enfoque basado en estilos de aprendizaje, que recupera las formas individuales de aprender. En los últimos tiempos se ha hablado de inclusión educativa, cuyo fundamento es considerar las necesidades específicas de los miembros que conforman un grupo escolar.

Más específicamente dentro de la enseñanza de lenguas, la recuperación del término cultura (lenguas-culturas) ha fortalecido la atención hacia contrastes entre los idiomas no solo a nivel formal, sino también pragmático, extralingüístico y social. Por otro lado, es claro que como cualquier otro proceso de aprendizaje, el de una segunda lengua no está exento de los factores psicológico y emotivo, como el interés, ciertas actitudes y una manera de relacionarse con los hablantes y la cultura de la lengua que se está aprendiendo.2

Engaging diversity in undergraduate classrooms. A pedagogy for developing intercultural competence refiere una propuesta pedagógica basada en el reconocimiento de la heterogeneidad, o mejor dicho de la diversidad de un grupo, dentro de un salón de clase. En el texto se recomiendan una serie de prácticas docentes para recuperar el carácter y la cultura personales de los estudiantes de manera consciente, planificada y didáctica. Los autores sostienen que dicha consideración puede ser un aspecto básico para que estudiantes de cualquier materia y nivel educativo logren desempeñarse socialmente de manera efectiva, basados en una competencia intercultural. Es decir que, además de ser competentes en la adquisición de conocimientos específicos, tengan la capacidad de saber reaccionar convenientemente según distintas circunstancias comunicativas.

Un texto como este puede considerarse una fuente de información pertinente para el docente de segundas lenguas –que pueden ser extranjeras o no– por tres motivos principalmente. Primero, porque en esta área también es fundamental desarrollar una competencia intercultural. Aprender una segunda lengua no solo es adquirir y usar una serie de estructuras lingüísticas, sino también saber reconocer ciertos comportamientos, hábitos de sus hablantes y aspectos culturales que determinan el significado de muchas de sus expresiones.

De este modo, la segunda razón también tiene que ver con la competencia intercultural y tres principales funciones de la lengua: comunicativa, social y cognitiva (Dardano, 1996: 5). La relación de dicha competencia con la primera función es bastante reconocida y tiene que ver con la transmisión de contenidos, entendidos de manera general como mensajes e intenciones. La segunda hace recordar que a través de la lengua se establece y se mantiene el contacto con otros seres humanos; es un vehículo muy importante de cohesión social, que refuerza la identidad de grupo (piénsese en la idea de nación basada en una lengua común, por ejemplo) (cf., Dardano, 1996: 5). La cognitiva se refiere a que la lengua procura a los seres humanos un sistema de categorías para orientarse en el mundo y hacerlo accesible y comprensible (Dardano, 1996: 5).3 De acuerdo con esto, las interacciones comunicativas humanas pueden considerarse una actividad común, pero, al mismo tiempo, sumamente compleja en la que entran en juego una serie de factores y no solo recursos lingüísticos y extralingüísticos.

En este sentido, aprender una segunda lengua es sin duda un complicado proceso en el que el alumno no solo debe adquirir formas lingüísticas que contrastan con las de su lengua materna, sino debe tener además la habilidad de decodificar otras maneras de ser y de ver el mundo. La competencia intercultural tiene que ver con la identificación consciente de esto.

El tercer y último motivo se refiere al carácter multidisciplinario que involucra la enseñanza de segundas lenguas. La docencia y la investigación en este campo se alimentan –y dependen en cierta medida– de los avances y nuevos estudios en disciplinas como la lingüística, la pedagogía, la didáctica, la psicología y en ciertos casos también de la sociología y otras más. En suma, es claro que el tema de la interculturalidad, en cuanto a los aspectos comunicativo, pragmático, sociolingüístico y psicolingüístico, atañe a la lingüística aplicada en lo relacionado con la enseñanza de lenguas.

De esta forma, aunque Amy Lee y colaboradores proponen el desarrollo de esta competencia dentro de un entorno educativo, geográfico y cultural muy específico, como Estados Unidos, sin duda es posible reconocer que en nuestro contexto cada grupo tiene un grado de heterogeneidad y, en consecuencia, habrá diferencias. En este sentido, la aportación del texto para el área de la enseñanza de lenguas no solo tiene que ver con la idea de dar atención a la diversidad de una clase, sino que además es necesario orientar a sus integrantes sobre cómo relacionarse e interactuar con, y en ella, de manera consciente, dentro de su propia cultura y con la de la lengua que están aprendiendo.4 La individualidad y el re-conocimiento de la propia identidad son aspectos fundamentales para lograrlo. Para los autores, conocer los valores que conforman esta última es un paso que permite tener interacciones personales y comunicativas más exitosas en el salón de clase y, en consecuencia, fuera de este, en otros espacios y ámbitos de la vida.5

Engaging diversity in undergraduate classrooms describe los resultados de una propuesta docente que intenta compensar la necesidad de preparar a un público universitario para que pueda desenvolverse en una nueva situación cultural del siglo xxi, en la que múltiples y diversas sociedades están en contacto, por la globalización y la migración, principalmente. La certeza de que es necesario trabajar en el desarrollo de un tipo de habilidades relacionadas con la convivencia y la socialización se basa en estudios que han mostrado la falta de habilidad de muchos profesionistas para relacionarse convenientemente en el ámbito laboral, donde conviven con personas de diversos orígenes y nacionalidades.

A lo largo de cinco capítulos los autores presentan su propuesta y de las conexiones que han encontrado entre los conceptos de identidad, diversidad y el desarollo de competencias interculturales dentro del salón de clase. Además, exponen ampliamente los enfoques y bases teóricos de la misma.

En el capítulo uno, Amy Lee y colaboradores destacan la importancia de desarrollar la competencia intercultural en una sociedad como la estadunidense en estos tiempos; a lo largo de todos los niveles educativos y no únicamente el universitario. Para ellos, la diversidad debería ser la base de una práctica docente que conduzca a adquirir competencias interculturales. En consecuencia, parte de los objetivos de su propuesta pedagógica radica en mostrar que las diferencias son un hecho común entre los individuos y que pueden ser no muy evidentes y al mismo tiempo tan personales como la historia de vida, el background educacional y el estilo propio de aprendizaje, o bien sociales, y compartidas, como la raza, la religión, la lengua materna, las condiciones socioeconómicas, la orientación sexual y el país de origen. Basándose en su propia experiencia docente y en otros estudios, los autores afirman que la inclusión de la diversidad puede impactar positivamente en el proceso de aprendizaje de los estudiantes. Por ejemplo, la inclusión de estas ideas en clase estimula el respeto a las diferencias y la interacción con estas sin angustia o temor.

Las consecuencias positivas de esto, sin embargo, pueden ser observables a largo plazo: cuando los alumnos sean profesionistas y demuestren seguridad al intercambiar ideas y perspectivas de una manera más efectiva dentro de una sociedad globalizada. Para los autores, la escuela y especialmente el aula son sin duda sitios idóneos para trabajar en el desarrollo de la competencia intercultural de manera guiada y reflexiva, realizando actividades para promover nuevas ideas que propicien cambios significativos y evitar así, por ejemplo, conductas segregativas.

Sin embargo, actitudes distintas reflejadas en nuevos comportamientos no suceden espontáneamente ni con solo tener la intención de hacerlo. El cambio de una conducta negativa debe ser promovido, estimulado y dirigido por el profesor o instructor dentro del salón de clase. En otras palabras, para enseñar a desarrollar la competencia intercultural es fundamental tener instrucción y formación muy específicas. El profesor debe saber qué es, cuáles son las condiciones más propicias para desarrollarla y qué tipo de actitudes y actividades permiten trabajar en ello.

En el segundo capítulo, los autores presentan un panorama general de las teorías que han abordado temas vinculados al desarrollo de la competencia intercultural (pedagogía crítica, pedagogía intercultural, etc.), pero se centran en presentar algunos aspectos que han permitido desarrollarla y establecer relaciones interculturales efectivas. En primer lugar hablan de tener una actitud de apertura, es decir, estar dispuestos a reconocer la existencia de otros y variados puntos de vista dentro de una misma sociedad. Esto, sin embargo, tiene su causa en saber que la identidad de una persona no es uniforme, sino que está constituida por múltiples elementos. En este sentido, es fundamental tener la habilidad de conocerse e identificar cuáles aspectos constituyen la propia identidad y averiguar la relación de esto con el sistema de creencias y comportamientos personales. Tal reflexión será determinante al interactuar con miembros de otras culturas que pueden en algún momento dado estar muy cerca, como sucede dentro de un grupo escolar, por ejemplo. La idea de los autores es que, en un futuro, los que fueron estudiantes ejerciten exitosamente sus competencias interculturales como miembros de un equipo de trabajo, donde las relaciones personales, las jerarquías y las estrategias entran en juego al momento de relacionarse.

Asimismo, no olvidan que tener actitudes como la apertura, la aceptación y la empatía no nacen espontáneamente en los profesores ni en los alumnos. Para Amy Lee y colaboradores es necesario propiciar su desarrollo exponiéndose de manera frecuente a diversas perspectivas del mundo. En este sentido el aula resulta ideal para tales propósitos, pues es de por sí un espacio diverso y multicultural.

Ser tolerante, así como sentir curiosidad e interés en descubrir, también es útil para ampliar la competencia intercultural de los alumnos. Quien tiene estas características puede, por ejemplo, expresar una mayor resistencia a la ambigüedad, la incertidumbre y manejar su propia ansiedad frente a personas desconocidas o aparentemente muy distintas. Estar calmado, por otra parte, permite tomar mejores decisiones sobre cómo iniciar y mantener el contacto con el otro, sobre todo cuando las diferencias culturales aparentemente son muy notorias, como la manera de vestirse, los rasgos físicos o la lengua materna.

Los autores indican que el descubrimiento de otras culturas puede ser fascinante en unos casos pero representar miedo, intransigencia y rechazo en otros. A pesar de ello, la curiosidad sigue siendo un gran motivador para acercarse a personas y culturas desconocidas.6 Por otro lado, señalan los autores, el respeto es fundamental en todas las interacciones humanas; sin embargo, en su propuesta pedagógica es menester trabajar en actividades para aprender a hacerlo evidente en las relaciones personales.

El desarrollo de la competencia cultural en el fondo promueve la ampliación de recursos así como el cambio o perfeccionamiento de estrategias para comunicarse mejor; o sea, tiene un aspecto sociolingüístico que es necesario conocer y atender formalmente. Para los autores se trata de una habilidad que permite dar significado correcto a expresiones y comportamientos propios de los hablantes de otras sociedades y culturas distintas de la propia. Se trata de conocimientos lingüísticos y extralingüísticos que permitan decodificar el significado y uso de ciertas expresiones a partir de cuestiones sociales específicas de la otra cultura, como la cortesía, el lenguaje corporal, etc. La necesidad de este tipo de conocimiento es más claro cuando la sociedad en la que se vive es evidentemente multicultural porque hay o ha habido extranjeros en situación de migración, por ejemplo, como sucede en los ámbitos universitario y laboral de Estados Unidos.

De esta manera, la competencia intercultural incluye los aspectos afectivo (motivación y emoción), cognitivo (conocimiento consciente) y de comportamiento y acciones (habilidades), cuyo reflejo puede observarse en la habilidad personal para relacionarse y comunicarse con otros, en formas efectivas y apropiadas. En otras palabras, el desarrollo de la competencia intercultural debería ser un proceso de cambio que lleve a la adquisición de nuevas actitudes para crear interacciones convenientes.

En el tercer capítulo los autores consideran que antes de poner en práctica un soporte de comunicación intercultural es necesario un enfoque pedagógico que permita reconocer la importancia de la diversidad. De este modo, proponen un modelo clásico de aprendizaje basado en la recuperación de experiencias concretas, la observación reflexiva, conceptualización abstracta y, por último, la experimentación activa.

Los autores se pronuncian por la pedagogía crítica y la pedagogía intercultural cuyos principios se basan justamente en, por un lado, promover una actitud crítica hacia los conceptos de individualidad y diversidad, estimular el conocimiento de la propia identidad con el fin de valorar la interacción con otras culturas. Y, por otro, aceptar los obstáculos que podrían impedir trabajar dicha competencia, tales como la tensión por cambiar o adquirir nuevas conductas; la resistencia, la incomodidad y la incertidumbre al interactuar con personas desconocidas. Los autores sostienen que estas conductas son inherentes al proceso de cambio que implica la competencia intercultural. No hay que negarlo, sino considerarlo. Así, el profesor o instructor puede recuperar y trabajar con la experiencia de convivencia que se genera en el aula planeando actividades y usando materiales específicos: organizar coloquios internos, comentar lecturas, compartir anécdotas, etcétera.

En los capítulos cuarto y quinto, los autores describen la aplicación del enfoque teórico propuesto presentando ejemplos de actividades para fomentar el trabajo grupal y la reflexión, así como la exposición, recuperación e integración de experiencias de todos los miembros de un grupo. Según los autores, las prácticas didácticas basadas en el aprendizaje colaborativo, la construcción de críticas constructivas (en lugar de juzgar) favorecen la disminución de los niveles de tensión e incomodidad a nivel individual y colectivo, facilitando así la interacción y el diálogo cordial en la clase. Dentro de esta propuesta pedagógica es relevante el hecho de tener en cuenta y respetar los diferentes estilos de comunicación de los estudiantes.

En el quinto capítulo, específicamente, los autores presentan una serie de comportamientos que se muestran como ejemplos del desarrollo de la competencia intercultural: aceptación de la ansiedad o bien ofrecimiento de ayuda ante una interacción difícil; interrupción de relaciones sociales que involucran segregación y preferencia; modelar o suspender un juicio, legitimar una crítica constructiva, facilitar las condiciones para apoyar un diálogo incluyente.

Evidentemente, el texto presenta una propuesta bien fundamentada teórica y prácticamente. Reúne de manera concisa los dos campos fundamentales de la práctica docente: la pedagogía y la didáctica. No obstante, el hecho de relacionar el tema de la diversidad con la educación no es novedoso. En cambio, las actividades de cómo abordarla en la clase representan, por un lado, ejemplos valiosos de práctica docente y, por otro, la confirmación de qué todavía hay mucho por hacer en el trabajo con grupos.

Asimismo, los autores dejan claro que el tema de la diversidad favorece el desarrollo de la competencia intercultural y que este proceso incluye factores de muchos tipos, especialmente emotivos. Es decir, nos recuerdan que, en cuestiones de enseñanza, la pedagogía, la didáctica y la psicología están estrechamente relacionadas.

Sin embargo, los autores no hablan suficientemente sobre el aspecto lingüístico que implica el desarrollo de la competencia intercultural. Es claro que para “comunicarse de manera efectiva en diversas situaciones”, como ellos mismos señalan, está implícita la lengua. Desde nuestro punto de vista reflexionar sobre cuáles son los aspectos que la componen (fonético, morfológico, semántico, pragmático, etc.) o sobre los recursos que tenemos como hablantes de una lengua para expresar distintas intenciones (cf., Santipolo, 2002) sería un buen ejercicio para concientizar a los alumnos sobre cómo expresan su propia cultura a través de su lengua materna.

Para finalizar es importante mencionar el énfasis que hacen los autores en cuanto a la formación y actitud de los profesores ante los cambios, pues son ellos quienes los estimulan y orientan en el salón de clase. Con el fin de lograrlo convenientemente, un profesor debería tener una amplia formación, pero también ser consciente de que es necesario actuar conforme a los mismos atributos que pretende enseñar: respeto, apertura, tolerancia y, por supuesto, disposición al cambio. La mejor manera de educar sigue siendo el ejemplo.

Dentro de la enseñanza de segundas lenguas hace ya varias décadas que se habla de competencias culturales e interculturales, pero el concepto de diversidad no se había incluido de forma tan directa. Es evidente que Engaging diversity in undergraduate classrooms no solo confirma la necesidad de hacerlo, sino también de abordar la cultura de manera didáctica, planificada y accesible para los estudiantes.

Referencias

 

Dardano, M. (1996). Manualetto di linguistica italiana. Bolonia: Zanichelli.

Santipolo, M. (2002). Dalla sociolinguistica alla glottodidattica. Turín: utet.

 

Notas

 

1 Reseña elaborada en el marco del proyecto del Programa de Apoyo a Proyectos para la Innovación y Mejoramiento de la Enseñanza RR-26401213, antes PE401213, Elaboración de materiales de lenguas para el desarrollo de la competencia sociopragmática.

2 Dentro de la enseñanza de lenguas, se pueden usar las expresiones “lenguas extranjeras” o “segundas lenguas”. Nosotros usamos la segunda, considerando la adquisición de otra lengua, además de la materna, por adultos en un contexto escolarizado, que puede ser extranjera o no. Consideramos el caso del náhuatl y otras lenguas indígenas nacionales mexicanas que se enseñan en muchos espacios de la Ciudad de México: diversas casas de cultura, cele de la unam, la Universidad Pedagógica Nacional, etcétera.

3 En palabras de Dardano: “La funzione cognitiva mette a nostra disposizione un sistema di categorie per orientarsi nel mondo, per renderci il mondo accesibile e comprensibile”.

4 La diferencia entre el público que describen los autores del libro y el que aprende una segunda lengua es que este construye un vínculo intercultural a través de la lengua que parte generalmente de ideas preconcebidas y estereotipos.

5 Dentro de la enseñanza de segundas lenguas, esta aseveración permite plantearse la necesidad de hablar de contrastes lingüísticos y culturales considerando la lengua materna, por ejemplo.

6 Con respecto a este punto, cabe mencionar que dentro de la enseñanza de lenguas el tema de la motivación es relevante al momento de elegir una segunda lengua. Algunas son elegidas por el valor curricular o profesional que representan (como inglés, alemán o chino), pero otras por gusto o simplemente por curiosidad e interés de conocerlas (como italiano y portugués).

 

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